Coope Borlenghi
Mundo - 25/01/23
Mundo - 25 de enero 2023, 09:31

“La homosexualidad no es delito”, remarcó el Papa

"Sí es pecado", aclaró Francisco.

El papa Francisco criticó las leyes que criminalizan la homosexualidad como “injustas”, dijo que Dios ama a todos sus hijos tal y como son y pidió a los obispos católicos que apoyan esas leyes que acojan a las personas LGBTQ en la Iglesia.

“Ser homosexual no es un delito”, dijo Francisco durante una entrevista el martes con AP. Francisco reconoció que los obispos católicos en algunas partes del mundo apoyan las leyes que criminalizan la homosexualidad o discriminan a la comunidad LGTBQ, y se refirió a la homosexualidad como un “pecado”.

Sin embargo, atribuyó esas actitudes a contextos culturales y dijo que los obispos en particular también deben pasar por un proceso de cambio para reconocer la dignidad de todos. “También el obispo tiene un proceso de conversión”, dijo, añadiendo que debían mostrar “ternura, por favor, ternura, como la tiene Dios con cada uno de nosotros”.

Francisco citó el catequismo de la Iglesia católica para señalar que los homosexuales deben ser recibidos y respetados, y no deben verse marginados ni discriminados. “Somos todos hijos de Dios y Dios nos quiere como estamos y con la fuerza que luchamos cada uno por nuestra dignidad”, estableció.

También manifestó que en lo referente a la homosexualidad, debía distinguirse entre el delito y el pecado. “El ser homosexual no es un delito”, dijo. “No es un delito. Sí, pero es pecado. Bueno, primero distingamos pecado por delito. Pero también es pecado la falta de caridad con el prójimo”.

Francisco fue criticado por la comunidad católica LGBTQ por un decreto de 2021 de la oficina de doctrina del Vaticano sobre que la Iglesia no puede bendecir las uniones entre personas del mismo sexo porque Dios no puede bendecir el pecado.

Su salud y su papado

El papa Francisco dijo que “está bien de salud” y que continuará mientras pueda como obispo de Roma pese a una oleada de críticas de algunos cardenales y obispos de alto rango, y aclaró que ni siquiera se le ocurrió introducir normas para regular futuras renuncias papales.

En una entrevista con la agencia de noticias AP, la primera desde la muerte de Benedicto XVI, Francisco habló también sobre la próxima fase de su pontificado, que cumple su décimo aniversario en marzo, y que ahora no tiene la sombra del papa emérito en un segundo plano.

“Estoy bien de salud. Por la edad que tengo, estoy normal”, dijo Francisco, de 86 años. De todos modos, indicó que la diverticulosis, bolsas que se forman en la pared del intestino, había “vuelto”. En 2021 se le extirparon a Francisco 33 centímetros (10 pulgadas) de intestino grueso, lo que el Vaticano describió como una inflación causada por un estrechamiento del colon.

Añadió que una pequeña fractura en la rodilla por una caída se había curado sin cirugía, tras un tratamiento con láser y magnetoterapia. “Puedo morir mañana, pero vamos, está controlado. De salud estoy bien”, dijo con su ironía habitual.

Las especulaciones sobre la salud de Francisco y el futuro de su pontificado no han hecho más que crecer desde la muerte de Benedicto, cuya renuncia en 2013 marcó un punto de inflexión para la Iglesia católica, como primer pontífice que renunciaba en seis siglos.

Algunos expertos creen que Francisco podría verse más libre para maniobrar ahora que no está Benedicto, quien pasó los 10 años de su retiro en el Vaticano. Otros sugieren que cualquier clase de paz eclesiástica que hubiera ha terminado y que ahora Francisco está más expuesto a las críticas, privado de la influencia moderadora que jugaba Benedicto a la hora de mantener a raya a los católicos más conservadores.

El papa reconoció que había opiniones encontradas, pero pareció casi optimista al respecto.

“Yo no lo relacionaría con Benedicto, sino por el desgaste del gobierno de diez años”, dijo sobre su papado. Su elección fue recibida primero con “sorpresa” por la designación de un papa sudamericano, dijo. Después llegó la incomodidad “cuando empiezan a ver los defectos que yo tengo, (…) no les gusta”, indicó.

“Yo lo único que pido es que me las hagan en la cara, porque así crecemos todos ¿no?”, añadió sobre las críticas. Francisco, en paralelo, elogió el “señorío” de Benedicto, y dijo que, con su muerte, perdió “un papá”.

“Para mí era una seguridad frente a una duda, pedir el auto e ir hasta el monasterio y preguntar”, dijo sobre sus visitas a la casa de retiro de Benedicto para buscar consejo. “Yo perdí a un buen compañero”, completó.

Las jubilaciones de papas y su futuro

Algunos cardenales y abogados canónicos han dicho que el Vaticano debe regular las jubilaciones futuras de papas para evitar algunos contratiempos registrados durante el retiro inesperadamente largo de Benedicto, en el que el papa emérito siguió siendo un punto de referencia para algunos conservadores y tradicionalistas que se negaban a reconocer la legitimidad de Francisco.

Desde el nombre elegido por Benedicto, papa emérito, a las ropas blancas que llevaba en sus ocasionales apariciones públicas, en las que habló del celibato de los sacerdotes y abusos sexuales, esos expertos señalaron que las normas debían dejar claro que sólo hay un papa regente, por el bien de la unidad de la Iglesia.

Francisco dijo que ni siquiera había pensado en esas normas. “No se me ocurrió. Le digo la verdad”, comentó, añadiendo que el Vaticano necesita más experiencia con papas retirados para “regularizar más o reglamentar más”.

Reconoció, en ese sentido, que Benedicto “abrió la puerta” a futuras renuncias y que él también lo consideraría. El martes reiteró que, si renunciara, llevaría el cargo de obispo emérito de Roma y viviría en la residencia para sacerdotes retirados en la diócesis de Roma.

El papa describió como “una buena solución intermedia” la decisión de Benedicto de instalarse en un monasterio reconvertido en los Jardines Vaticanos, pero que quizá en el futuro, otros papas podrían querer hacer las cosas de otra manera.

“Él todavía era esclavo, entre comillas, de un papa, ¿no?”, dijo Francisco. “De la visión de un papa, de un sistema. Esclavo en el sentido bueno de la palabra. En el que no era del todo libre, como quizás hubiera querido él volver a su Alemania y seguir desde ahí estudiando teología”, añadió.

Podría decirse que la muerte de Benedicto elimina el principal obstáculo para que Francisco renuncie, dado que la perspectiva de tener dos papas jubilados nunca fue una opción. Pero Francisco dijo que la muerte de su predecesor no había cambiado sus planes. “Incluso no se me ocurrió hacer testamento sobre mí, comentó.

En el corto plazo, Francisco recalcó su papel como obispo de Roma en contraste con la figura de papa y dijo que sus planes eran continuar con ser obispo, obispo de Roma y en comunión con todos los obispos del mundo”. Indicó que quería eliminar el concepto del papado como una corte.

El papa también abordó las críticas de cardenales y obispos conocidas en las semanas desde la muerte de Benedicto, algo que describió como incómodo, como la urticaria, que molesta un poquito, pero que lo prefiere a que se mantengan en silencio.

“Uno prefiere que no las haya (las críticas). Para tranquilidad, vaya”, apuntó. Pero prefiero que las hagan, porque eso quiere decir que hay libertad para hablar.

Si no es así, se engendra una dictadura de la distancia, que lo llamo, donde el emperador está allí y nadie le puede decir nada. No, que digan, porque la compañía, la crítica, ayuda a crecer y a que vayan bien las cosas, añadió.

La primera lanza en la oleada de ataques llegó del que fuera secretario de Benedicto por muchos años, el arzobispo Georg Gaenswein, que dejó al descubierto el resentimiento acumulado durante los últimos 10 años en un revelador libro de memorias publicado en los primeros días tras el funeral de Benedicto.

En una de las partes más controvertidas, Gaenswein reveló que Benedicto se enteró por el diario del Vaticano L’Osservatore Romano de que Francisco había revocado una de las decisiones litúrgicas más señaladas del papa emérito y reimpuesto las restricciones sobre celebrar la misa en latín.

Unos días después de que se publicaran las memorias, el Vaticano se vio remecido de nuevo por la muerte de otro líder conservador, el cardenal George Pell, y las revelaciones de que Pell había escrito un devastador memorando que circuló el año pasado, y que había descrito el pontificado de Francisco como “un desastre” y “una catástrofe”.

El texto, que circuló en principio con el pseudónimo Demos, enumeraba todos los problemas en el Vaticano bajo el mando de Francisco, desde sus precarias finanzas al estilo de predicar del pontífice, e incluía una lista de qué podría hacer un papa futuro para arreglarlos.

Francisco reconoció las críticas de Pell, pero de todos modos le elogió por haber sido su mano derecha a la hora de reformar las finanzas del Vaticano y su primer ministro de Economía.

“Dicen que al final me criticó. Bueno, tiene derecho, la crítica es un derecho humano”, comentó Francisco. “Un gran tipo. Grande”.

Fuente: diario Clarín

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