Según un estudio que realizó el Doctor en Historia, Juan Cruz Fernández, cuando “al campo le va bien” no siempre mejoran los índices de pobreza e indigencia.
El Doctor en Historia y profesor de la Universidad Nacional del Sur, Juan Cruz Fernández, desarrolló una tesis para la Maestría en Economía Agraria en la que vinculó a la actividad agroexportadora de Argentina y los índices de pobreza e indigencia.
Esta mañana en diálogo con Radio Altos contó que partió de esa afirmación que se ha repetido a lo largo de la historia argentina de que “si al campo le va bien, el país está mejor” e indicó que las conclusiones a las que arribó plantean que no siempre se da esa relación de manera lineal.
“Los resultados fueron bastante contraintuitivos frente a la idea que uno podía tener de que cuando al sector agropecuario le va mejor, los pobres de la Argentina están mejor. Los resultados no mostraron que evidentemente eso es tan así, al menos en los últimos 40 años”, señaló y agregó que incluyeron en la investigación distintos modelos económicos, pasando por la convertibilidad, los gobiernos kirchneristas y de Cambiemos y las dos grandes crisis macroeconómicas: hiperinflación del 89-90 y la crisis de 2001-2002.
Tomando el caso de la soja, explicó que deben diferenciarse el precio internacional, que es definido por el mercado de Chicago y el precio que se le paga al productor, vinculado con el tipo de cambio, las retenciones y cuestiones de comercialización.
“Lo que observamos es que cuando mejora el precio internacional, el país sí está mejor y se logran bajar los índices de pobreza e indigencia. Pero cuando mejora el precio de la soja al productor, por lo general aumentan los índices de pobreza e indigencia”, señaló.
Y subrayó que eso sucede porque hay devaluaciones en el medio. “Una de las trampas de la Argentina es que una devaluación claramente significa más pobres y en general el país aumenta la competitividad cuando devalúa”, advirtió.
Continuó con el análisis planteando que la pobreza y la indigencia se definen por la canasta básica total y la canasta básica alimenticia y Argentina “come lo que exporta”, entonces cuando gana competitividad el sector agroexportador, aumentan los precios de los alimentos. Ante esa “encerrona” expuso que uno de los instrumentos que tiene el Estado para desacoplar los precios locales de los internacionales son las retenciones.
“Una de las conclusiones de la tesis es que el desafío es encontrar un equilibrio, que es lo más difícil de la Argentina, entre satisfacer la demanda de alimentos del mercado local, pero a su vez darle sustentabilidad al sector agropecuario”, apuntó.
Sumó, como conclusión, que el campo es capaz de generar divisas, las que necesita el país para que funcione el conjunto de su economía porque una de las características de Argentina es que necesita dólares para importar. “El 80% de lo que importamos son insumos para el sector productivo”, manifestó.
“Cuando aumenta la actividad económica necesitamos más dólares. Para eso necesitamos que el campo funcione más o menos bien”, expuso, pero con una aclaración: “sin el campo no se puede, con el campo solo no alcanza”.
Por último, Fernández dijo que la conclusión preliminar a la arribó en su tesis es que el campo logra generar divisas para que funcione parte de la economía argentina, pero no genera divisas ni suficiente cantidad de empleos con buenas remuneraciones para que bajen los índices de pobreza e indigencia.