Coope Borlenghi
Deportes - 17/02/23
Deportes - 17 de febrero 2023, 05:59

Schwartzman se despidió rápido del Argentina Open

El argentino cayó frente a Zapata Miralles por 6-1 y 6-3.

Diego Schwartzman busca, avanza, arriesga, intenta, y tira. Y no hay caso. Nada parece salirle al tenista argentino mejor ubicado en el ranking durante los últimos tres años, un lugar que le cedió desde esta semana a Francisco Cerúndolo. 

La noche se apaga temprano en la Catedral de Palermo, con una eliminación prematura del Peque en el Argentina Open, ese torneo que tantas veces lo vio sudar y brillar, desgarrarse en el esfuerzo, y ser campeón. El adiós es con una derrota ante el español Bernabé Zapata Miralles, 74 del ranking mundial, por 6-1 y 6-3.

A esta altura, nada hay que reprochar en cuanto a actitud o entrega. Pero Schwartzman no encuentra la salida del laberinto, de ese espiral de ansiedad, rendimientos por debajo de lo habitual y derrotas. El ultraexigente circuito del tenis hace pagar muy caro esos momentos en los que el jugador no está a pleno. El Peque se fue demasiado temprano de un torneo especial para él. Pero se intuye que hay problemas que van más allá de lo que se ve dentro de la cancha.

“Es difícil encontrarle una explicación, al partido y a este momento. Es una pena, por toda la gente que vino y que intentó levantarme de una u otra forma, y en todo momento. Tanto acá como en Córdoba, las dos semanas, lo de la gente hacia mí fue espectacular. pero yo no les devolví nada. Uno, en estas dos semanas, quiere devolver un poco de ese afecto, estar más competitivo. Pero la verdad es que hoy el nivel es muy bajo, y no logro ser competitivo, ni con la ayuda de la gente, ni con algún error del rival. Esa es la realidad, me toca perder partidos que quizás antes los ganaba con este score y hoy los pierdo de esta manera. Y me está costando encontrarle alguna explicación, y de ahí sale también la incertidumbre con la que estoy jugando”, contó Schwartzman minutos después de la derrota.

Carismático, sincero, siempre sonriente, Diego Schwartzman se ganó con méritos propios el amor que el público le tributó en el Buenos Aires, más allá del resultado. La gente lo quiere, eso quedó en claro. Le aplaudió cada punto, le ofreció empuje en todo momento. Pero aquella sonrisa que por mucho tiempo acompañó al Peque mutó en gestos de preocupación, primero; algo de resignación, después. Muy rápidamente quedó 0-4 en la cuenta, dos quiebres abajo. Y en apenas 36 minutos se le fue el primer set.

Volvió a ser quebrado en el arranque del segundo. Apenas una vez en todo el partido logró mantener su servicio. A despecho de los problemas, en las tribunas se escuchaba el “Olé olé olé, DIegoooo Diegoooo”; se oían los gritos de “dale”, “vamos”. Le gente intentó levantarlo, hasta celebrar los errores del español, un adversario al que, en otro momento, hubiera derrotado sin mayores inconvenientes.

Pero los problemas lo acompañan. En la noche de Palermo, el Peque se equivoca, o juega corto y su rival lo ataca sin miramientos, o la deja en la red. Entonces aparecieron los lamentos, el silencio cada vez que el umpire anunciaba “game Zapata Miralles”. Una decepción empezó a apoderarse de los espectadores en una noche fría, inesperadamente triste. Hacía 24 horas, el Buenos Aires se rendía en una jornada de fiesta a los pies de Carlos Alcaraz, al nuevo ídolo. En la noche del jueves, con 20 grados menos de temperatura, en una jornada de buzos y camperas recién descolgadas del ropero, todo fue distinto.

Los games se sucedieron, la chapa del resultado sólo se movía del lado del jugador español. Ya a un par de puntos de la derrota, levantó a sus seguidores al atajar dos bombazos en la red. Zapata falló el primer match-point,un smash demasiado forzado cuando tenía al Peque acorralado contra la lona del fondo, y Schwartzman consiguió quebrar. Un poco de respiro, nada más. “Ponga huevo/ que ganamos”, le cantó la gente a Peque en ese momento. No bastó. Pronto quedó match-point abajo con su saque; una bola picó cerca de su cuerpo, lo sorprendió y la dejó en la red. Final. Hubo aplausos. Schwartzman ensayó un saludo breve con la cabeza gacha.

“Me cuesta, porque el día a día lo sigo haciendo de la misma manera. La incertidumbre con la que estoy compitiendo y lo mal que estoy jugando me sacan de foco. No sé el porqué, no me está saliendo nada de lo que me salía dentro de la cancha, no hay que darle muchas vueltas. Mi nivel está muy por debajo de lo que puedo dar, y los rivales que vienen a estos torneos son muy buenos. Y en el nivel que estoy jugando, pierdo. Lamentablemente, estoy perdiendo con scores que te profundizan las malas sensaciones. Es difícil. Hoy estoy parado en una nube en la que no sé para dónde ir”, acepta.

“¿Qué dice mi cuerpo técnico? Nada. Estábamos todos mudos recién en el vestuario. Ellos no tienen la culpa, el que entra a la cancha soy yo, creo que ninguno le encuentra tampoco la explicación. Los entrenamientos por ahí no son los mejores, pero está lejos de ser el nivel que después muestro dentro de la cancha. Trabajé mucho en la pretemporada para volver a tener un buen año, arrancarlo bien, van unos pocos torneos y perdí varios puestos en el ranking, que es lógico porque es una gira en la que siempre gano, y esos puntos se fueron. Quedan dos torneos más, pero no sé qué me conviene, si ir y competir o frenar unos días, no lo sé”, agregó.

¿Evaluaron la posibilidad de parar?, le preguntó LA NACION a Schwartzman. “La verdad, no lo hablamos. Estamos como en un vestuario futbolero después de una derrota que golpea. En Córdoba, que por ahí me cuesta un poco, jugué mejor que acá. Llegás al vestuario y decís: no estoy encontrando por dónde. Nunca me pasó. Por un lado, es un desafío; por el otro es complicado, porque no sé por dónde encarar los torneos, la competencia. Es la realidad. Sigo estando en una situación buena en el ranking, pero esto para mí es un momento nuevo. Está claro que no lo estoy afrontando de la mejor manera, en algo me estoy equivocando, ojalá pueda encontrar el porqué de esta situación”, respondió. Siempre directo y concreto, el exnúmero 8 del mundo no escapa a la autocritica y a un análisis crudo de la situación. Pero, por ahora, la salida no se vislumbra.

Fuente: diario La Nación

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