En el corazón de la capital paraguaya, Asunción, sus ciudadanos se están preparando para las elecciones del domingo con la mente puesta en la economía, la corrupción y la posibilidad de un cambio que desafíe la hegemonía del gobernante Partido Colorado.
La nación agropecuaria de 7 millones de habitantes irá a las urnas para definir una reñida contienda entre el candidato oficialista Santiago Peña, y el veterano político Efraín Alegre, que lidera una amplia coalición de centroizquierda.
Las encuestas muestran una carrera reñida, incluso un empate técnico, pese a que las denuncias de corrupción golpearon al partido de gobierno, amenazando su férreo control sobre la política paraguaya de las últimas siete décadas con la excepción de un breve periodo de cinco años a partir de 2008.
“Antes nunca hablábamos de política porque teníamos en la cabeza que el Partido Colorado iba a volver a ganar. Ahora se destaparon un montón de acusaciones y hay un aire de cambio”, comentó ijo Gustavo Vera, un empleado bancario de 40 años a quien consultó la agencia de noticias Reuters.
En el bullicioso Mercado 4, muchos se mostraron preocupados por la situación económica del país, donde el déficit fiscal se disparó a un 3% del Producto Interno Bruto (PIB) el año pasado, el crecimiento anual promedio de los últimos cuatro años cayó un 0,7% y la pobreza extrema aumentó.
“Los de arriba no hacen nada bueno y los de abajo nos vamos cada vez más hacia atrás. Hay más corrupción que trabajo (…) tenemos que trabajar mucho más para llegar a fin de mes”. evaluó Nicolás Ortigoza de 32 años, mientras servía carne asada en su puesto al aire libre.
Ambos candidatos estarán bajo presión para reducir los gastos que se incrementaron tras la pandemia del Covid-19 y la disparada global de los precios por la invasión de Rusia a Ucrania.
Alegre se comprometió a bajar las tarifas de la energía eléctrica y Peña aseguró que va a crear más puestos de trabajo.
“Cualquiera sea que gane, Peña o Alegre (…) va a tener cierto condicionamiento en su plan de gobierno porque el gasto público va a estar restringido ya que la deuda no puede seguir creciendo y tampoco los ingresos fiscales están creciendo”, estimó el economista y exministro de Hacienda César Barreto.
Fuente: NA.