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Vida y Ocio - 14 de julio 2025, 12:11

Día de la Conciencia por los Tiburones

Se trata de uno de los principales depredadores en el mar, que desempeña un papel importante en la red trófica y en el equilibrio del ecosistema.

Cada 14 de julio se conmemora el Día Internacional de la Conciencia por los Tiburones.

Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), se trata de uno de los principales depredadores en el mar, que desempeña un papel importante en la red trófica y contribuye al equilibrio del ecosistema.

Hoy, diversas especies atraviesan un estado crítico. En el mar argentino, de hecho, hay ejemplares emblemáticos que preocupan a los científicos, como el gatopardo (Notorynchus cepedianus), que, al igual que otros tiburones, enfrenta amenazas vinculadas principalmente a la sobrepesca y al cambio climático.

El tiburón gatopardo está catalogado como vulnerable, ya que su población disminuyó entre el 60% y 80% en la última década, según detallaron desde la Fundación Temaikèn.

Se trata de una especie que tiene una sola aleta dorsal, a diferencia de otras que poseen dos, y por presentar siete hendiduras branquiales en lugar de cinco, como es común en la mayoría.

Su cuerpo está cubierto por un patrón característico de manchas negras, grises y blancas. A pesar de la imagen popular de los tiburones como depredadores voraces, el gatopardo no necesita alimentarse todos los días: su digestión es lenta y cada comida puede representar entre el 1% y el 10% de su peso corporal.

Desde el punto de vista evolutivo, es considerado uno de los tiburones más antiguos, ya que forma parte de un grupo basal que conserva rasgos similares a los de los primeros ejemplares conocidos. Actualmente, se encuentra ante amenazas vinculadas a la pesca deportiva, la contaminación de los océanos y el calentamiento global.

Es posible contribuir a su conservación adoptando hábitos sencillos, como reducir el uso de plásticos, reciclar para minimizar los residuos que llegan al mar y disminuir la huella de carbono.

Desde Temaikèn también precisaron que se desarrollan investigaciones centradas en la biología del tiburón gatopardo y en otros aspectos científicos que permiten comprender mejor a esta especie. El objetivo no es solo ampliar el conocimiento disponible, sino también avanzar en estrategias concretas para su conservación. Como predadores tope, estos tiburones cumplen un papel fundamental en el control de las poblaciones de otras especies marinas. Su desaparición alteraría de forma significativa el equilibrio ecológico del ecosistema en el que habitan, lo que refuerza la necesidad de estudiarlos con profundidad.

Natalia Demergassi, coordinadora de Manejo y Ciencia Animal de la Fundación Temaikèn, contó que el tiburón gatopardo es ovovivíparo, es decir, las hembras llevan los huevos embrionados dentro de su útero hasta que eclosionan. “En el Acuario del Bioparque se han realizado estudios sobre el ciclo hormonal de las hembras a través de muestras de sangre y ecografías”, dijo.

Según la experta, es fundamental determinar el ciclo reproductivo de esta especie bajo cuidado profesional para abordar diferentes estrategias reproductivas con el fin de contribuir a su conservación. Recientemente, se incorporó un macho para observar su comportamiento reproductivo en condiciones controladas.

Además, se sumó un ejemplar de escalandrún para ampliar el conocimiento sobre esta especie amenazada. Este último puede alcanzar los 160 kilos y los 3,20 metros de largo. Está clasificado en la categoría de Peligro Crítico.

Esta especie presenta un ciclo reproductivo singular: de los 16 a 23 huevos fertilizados en el útero materno, solo dos crías sobreviven gracias al canibalismo intrauterino, un fenómeno donde los embriones más fuertes se alimentan del resto. La gestación dura entre 8 y 9 meses, y las crías nacen con casi un metro de longitud.

La sobrepesca como amenaza global

Más allá del contexto regional, la situación de los tiburones es crítica a nivel mundial. De acuerdo con el informe 2024 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), “casi un tercio de las especies de tiburones, rayas y quimeras están amenazadas de extinción”, y la causa principal es la sobrepesca.

Desde la UICN han precisado: “La sobrepesca está llevando a la extinción a la mayoría de las especies. Indonesia, España e India son los países con mayor pesca de tiburones del mundo, y México y Estados Unidos se suman a los cinco principales países que más tiburones capturan. Sin embargo, solo el 26 % de las especies a nivel mundial son objetivo de la pesca: la mayoría se capturan (y se conservan) como captura incidental”.

“Con el estado precario de muchas de estas especies, no podemos darnos el lujo de esperar”, advirtió Rima Jabado, presidenta del Grupo Especialista en Tiburones de la UICN.

A su vez, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha remarcado que si bien la pesca sostenible de tiburones es posible, requiere de una gestión extremadamente cuidadosa, con mecanismos de control eficaces. Las estadísticas globales muestran que las capturas alcanzaron un máximo histórico en el año 2000, con 868.000 toneladas, pero desde entonces han disminuido un 22% según reportes de 2018. Esta reducción no siempre responde a políticas de conservación, sino muchas veces a una disminución de las poblaciones explotadas, lo que debería encender aún más las alarmas.

Según la FAO, los tiburones, junto con las rayas y las quimeras, forman parte del grupo de peces cartilaginosos, que incluye más de 1.100 especies, de las cuales más de 400 corresponden a tiburones. En general, se caracterizan por un crecimiento lento, madurez reproductiva tardía y baja fecundidad en comparación con los peces óseos, lo que limita su capacidad para tolerar la presión pesquera y prolonga los tiempos de recuperación ante la explotación intensiva.

Para la FAO, su captura responde principalmente a la demanda de carne, aletas, piel, cartílago y aceite de hígado.

Cambio climático, contaminación y pérdida de hábitat

El cambio climático se suma como una amenaza creciente. Un informe elaborado por el biólogo Simon Pierce para la Marine Megafauna Foundation señala que la subida de la temperatura oceánica, la pérdida de oxígeno en las aguas y la acidificación están provocando cambios en las rutas migratorias, pérdida de hábitats clave y alteraciones en la fisiología reproductiva de los tiburones. Algunas especies ya empezaron a desplazarse hacia los polos en busca de temperaturas más estables, lo que genera nuevos desafíos para su conservación.

Por otro lado, el deterioro de estuarios y bahías, zonas que actúan como criaderos naturales para muchas especies, pone en riesgo el desarrollo de las crías. Estos entornos costeros, cada vez más vulnerables a inundaciones, tormentas extremas y contaminación, resultan fundamentales para la supervivencia de las nuevas generaciones.

“El aumento de las temperaturas globales incrementa la evaporación y capacidad de la atmósfera para retener humedad y favorecer el aumento de precipitaciones extremas. Por tanto, se intensifica el ciclo hidrológico, generando lluvias más intensas y frecuentes y las inundaciones se vuelven más severas y frecuentes”, explicó Jesús Gamero Rus, doctor en Análisis Social por la Universidad Carlos III de Madrid y Analista en Sostenibilidad y Cambio Climático en la Fundación Alternativas.

En un contexto en el que la demanda mundial de carne, aletas y otros productos derivados de tiburones sigue creciendo (según la FAO, el comercio global de estos productos mueve más de 1.000 millones de dólares anuales), los científicos coinciden en que la única salida posible es implementar políticas nacionales y acuerdos internacionales basados en evidencia.

Como recuerdan desde la UICN, “hoy sabemos más que nunca sobre los tiburones, las rayas y las quimeras, pero la magnitud de su declive amenaza con superar las mejoras en la investigación y las políticas”.

Fuente: Infobae

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