El catalán Josehp Vallés, profesor de Ciencia Política y ex diputado en Cataluña, escribió un manual de Ciencia Política que es lectura casi obligatoria por ejemplo en la carrera de abogacía de la UNS en el que, entre otras cosas, afirma que la relación que se establece entre política y poder se puede definir desde dos grandes perspectivas, a saber:
1) La que entiende el poder como un recurso disponible. Es decir, cómo alguien accede al poder y luego cómo lo administra. Es algo que se tiene, que se posee. Es un recurso controlado por un individuo, una clase, las élites y depositado en instituciones. Entonces quien lo posee lo maneja como instrumento y lo aplica sobre los demás para obtener algún resultado.
2) La que entiende el poder como resultado de una relación. En este caso no es el poder una sustancia, sino producto de una visión relacional. Quien desea el poder debe situarse, debe estar bien situado y en este caso Vallés no habla del poder como un recurso sino como una oportunidad.
A los nuevos “dueños” de la ciudad, que valiéndose de esa situación relacional (más dinero y negocios) han acumulado poder en los últimos tiempos entre nosotros se les permitió el viernes desde la decisión de quienes tienen ese recurso disponible y depositado en la institucionalidad, festejar un cumpleaños, con picada incluida en un ámbito inadecuado para ello , como es el Teatro Municipal (no por el acontecimiento – que merece ser festejado – sino obviamente por la comida).
Seguramente para muchos debe parecer un dato anecdótico. Un dato menor. Claramente no es lo sustancial, pero evidencia una manera de entender el poder. Porque allí estaban todos. O casi todos.
Lo verdaderamente importante y trascendente sigue estando por afuera de ese círculo, cuyos integrantes, sin excepciones, tienen responsabilidades en la hora actual y en el ayer reciente. Porque allí estaban los principales hacedores del Producto Bruto Bahiense, y porque allí estaban además los que deben tomar las decisiones en el ámbito local, (y los que aspiran a tomarlas elecciones mediante), para desparramar lo más equitativamente posible esa riqueza que son capaces de promover.
Y en este punto hay que decir que el PBI de Bahía está por encima del PBI promedio nacional. Y sin embargo, un tercio de los bahienses está fuera de ese sistema.
La semana pasada el INDEC ratificó los números que arrojó el estudio de los profesionales de la UNS. ¿Qué más hace falta para que se entienda que allí está el problema sustancial y sustancioso? Los datos fríos, numéricos, demuestran que ha habido crecimiento sostenido del PBI de nuestra ciudad a lo largo de los últimos años como consecuencia, entre otros, pero por sobre los otros, de la producción del Polo Petroquímico en particular y del conglomerado que conforma conjuntamente con el Puerto en general.
Pese a eso, la pobreza y la indigencia tampoco dejan de crecer, y los asentamientos populares, asentamientos irregulares o como quieran llamarlo, menos aún.
¿Es necesario el llamado de la UNS y sus estudios de pobreza multidimensional, estructural y energética para comprender lo que pasa?
¿Vale agarrarse la cabeza porque el INDEC pone en cifras la magnitud de la pobreza, cuando se trata tan solo de girarla para cualquiera de los costados y advertir qué es lo que pasa cerca de nuestras narices?.
Por supuesto que hay factores de la macroeconomía que no dependen de quienes estuvieron en el cumpleaños. Pero tampoco es sostenible ni empático jugar al distraído.
La semana pasada, en una declaración ante los medios cuanto menos desafortunada, el intendente buscó un atajo en su explicación sobre la pobreza y la indigencia tras el informe del INDEC para deslindar las responsabilidades de su gestión que, por otra parte, ya lleva 7 años.
Contradicción:el lunes de la semana pasada, en su exposición en las jornadas del CEPRODER, Héctor Gay claramente mencionó que una de las cosas que complica el panorama futuro de la ciudad es justamente la desigualdad. Hasta admitió que hay dos ciudades diferenciadass geográficamente: de las vías al norte, y de las vías al sur. Sin embargo, en esas declaraciones del jueves pasado,a la hora de plantear una mirada que tenga por objetivo mitigar en algo el drama, miró para otro lado y buscó otros responsables.
Vale la pena preguntarse: si desde las acciones de la gestión municipal se pudo dar una “caricia” impositiva por ejemplo a los bolicheros, restaurantes, pizzerías y cervecerías cuando tuvieron que cerrar por una causa extraordinaria y excepcional que no se debió a la macro… ¿por qué no se puede tomar una decisión con ribetes de humanidad para que los están colgados en el sistema?
¿Cuál es la estrategia de la gestión para abordar el problema en serio?
Y nadie dijo, y dice nada. Y todos los que tienen responsabilidades y que repiten permanentemente aquello de la potencialidad de Bahía para profundizar su crecimiento de la mano de la región ante la llegada inminente de inversiones, no hablan de desarrollo.
Crecimiento económico no implica necesariamente desarrollo equilibrado. El famoso derrame de la copa llena solo moja desde hace mucho tiempo los labios de los de siempre… Y entonces, mientras un tercio de los vecinos bahienses espera, casi sin esperanza, la llegada de la “lluvia de inversiones” solo pide por lo menos que cada tanto pase una máquina para emprolijar las calles de tierra, pueda programar una comida, tenga agua caliente para un baño, pueda tirar la cadena porque significaría que hay inodoro, un colchón para los hijos, un pedazo de tierra para hacer un techo digno…es decir, cosas sencillas que para los que elaboran sesudos análisis y proyecciones, promueven negocios, se congratulan por los éxitos, se sacan selfies, se tuitean y se retuitean mientras comen una picada glamour en los pasillos del Teatro Municipal, son cosas habituales…
Si no se entiende esto, si no se entiende qué es lo que pasa y se actúa en consecuencia más allá de los tiempos electorales, si no se tiene un poco de empatía, dejará de ser una licencia poética aquella frase de Serrat: “Disculpe el Señor, se nos llenó de pobres el recibidor…”