La misión tiene como objetivo estudiar el área del talud continental asociada a los cañones submarinos Bahía Blanca y Almirante Brown.
Valeria Guinder es investigadora independiente del CONICET en el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO, CONICET-UNS) y junto a la becaria doctoral Azul Gilabert, integran el equipo científico de la expedición a bordo del buque de investigación Falkor (too), del Schmidt Ocean Institute, SOI (EE.UU.).
La misión tiene como objetivo estudiar en detalle el área del talud continental asociada a la presencia de los cañones submarinos Bahía Blanca y Almirante Brown, formaciones geológicas del fondo marino ubicadas a más de 500 km de la costa, a la altura de Viedma y Rawson, respectivamente, reconocidas por su alta productividad biológica y su rol clave en la dinámica del Atlántico Sur.
La expedición permitirá comprender cómo la Corriente de Malvinas, que transporta aguas frías y ricas en nutrientes desde la Corriente Circumpolar Antártica, corre por el borde del talud continental argentino e interactúa con la topografía de los cañones, fertilizando el margen externo de nuestro mar.
“Somos parte de esta misión distintas disciplinas de la oceanografía; es la primera vez que científicos de todo el país nos reunimos en una campaña tan interdisciplinaria y completa”, destacó Guinder en diálogo con Radio Altos desde el buque.
Enumeró los equipos que están utilizando para realizar los muestreos y recabar información y contó que las actuales condiciones climáticas complican las tareas.
“Todavía estamos a la altura de los cañones de Bahía Blanca. Hoy vamos a depositar en el agua un glider. Esta es una maniobra todavía más compleja porque hay que salir del barco con una especie de gomón al que se suben los técnicos especializados para manejar el equipo y recién en ese momento lo sueltan. Estamos en presencia de olas muy altas, de más de tres metros”, contó.
Indicó que una vez que depositen el glider en los cañones de Bahía Blanca, se dirigirán hacia los cañones del sur, mientras el equipo va tomando variables para ver a una escala de resolución espacial muy alta, por ejemplo, la clorofila y cómo se comporta, la temperatura y la salinidad: “Eso nos da idea de si hay frentes, si hay masas de agua de distinta densidad o distintas niveles de nutrientes a una escala de poquitos kilómetros”.
Precisó que la expedición será en la cabecera de los cañones, que es donde empieza a introducirse en la plataforma. La hipótesis de trabajo es que la corriente de Malvinas usa los cañones submarinos para meterse en la plataforma y fertilizarla con nutrientes; es donde se encuentra la mayor productividad biológica y pesquerías asociadas en el borde del talud, en la plataforma continental argentina
“La corriente de Malvinas es una corriente importante para la vida marítima de lo que nosotros conocemos en nuestras costas. Tiene enorme influencia sobre las condiciones climáticas”, enfatizó.
Cuando llega a la altura el Mar del Plata, o un poco más al norte, explicó que “choca o confluye” con la corriente de Brasil, que viene bajando de norte a sur, cálida y pobre en nutrientes. En cambio, la corriente de Malvinas viene muy fría y rica en nutrientes, y lo hace generando, por efecto de fricción con la topografía del fondo (los cañones submarinos, la pared del talud) una colaboración con las aguas para que suban a la plataforma y ayuden al fitoplancton a obtener la luz y los nutrientes para tener una explosión masiva de las microalgas que son la base de todos los organismos: “Sustenta toda la vida en el océano”.
“La corriente de Malvinas es clave en la producción de nuestro mar”, resumió.
Sobre su experiencia a bordo del buque científico, admitió que es algo espectacular tanto en lo personal como en lo laboral.
“Es una experiencia fantástica. Estamos haciendo ciencia de última generación con todos los equipos y el grupo de trabajo que hay; estamos felices”, concluyó.