Coope Borlenghi
Editorial - 12:26
Editorial - 04 de agosto 2025, 12:26

Un país no es solo “bajar la inflación”

Hemos perdido el espacio para la reflexión.

Nos están embruteciendo.

Ya no solo no sabemos qué se discute, sino sobre qué bases se discute.

Esos tres conceptos sueltos (no textuales) nos siguieron resonando tras la visita el viernes a nuestros estudios del escritor Martín Kohan.

En verdad, los fue desparramando en momentos diferentes de la charla, pero tienen claramente un denominador común: pertenecen al momento institucional por el que estamos atravesando.

Tienen ligazón a partir de la línea argumentativa que dominó toda la
entrevista.

Es un momento muy complejo del mundo y sus relaciones, y obviamente
extremadamente sinuoso y complicado habida cuenta nuestro panorama como nación.

¿Por qué hemos perdido el espacio para la reflexión?.

Porque de otra manera no se entendería cómo y de qué manera buena parte de nuestra sociedad acepta casi naturalmente algunas de las cosas que se hacen y se dicen en estos tiempos.

¿Qué hubiéramos dicho (frente a situaciones similares) de cualquiera de los otros presidentes y funcionarios de los gobiernos anteriores que, aún a los tropezones y con enormes dificultades no resueltas (y en algunos casos agravadas) nos permitieron salir de la noche signada por la pesadilla de la dictadura y sus monaguillos?.

¿Cómo se entiende que bajo un fundamento que no merece el menor análisis,se haya aceptado sin más, que el presidente Milei haya dicho, y hecho, que en este país no se hace obra pública?.

¿Por qué resulta aceptable que el mismo presidente vete una ley que propone un aumento para las jubilaciones, otro veto a la ley de emergencia para la discapacidad, y más vetos para el financiamiento de las universidades?.

El permanente bombardeo en las redes sociales, la presencia de los
llamados influencers en el espacio político en reemplazo de los militantes y la proliferación de quienes en los famosos streaming, en muchos casos, la juegan de “periodistas”, no solo nos han quitado ese espacio para la reflexión, sino que nos están embruteciendo y no nos damos cuenta.

Y no es casual: forma parte de entender la manera de llevar adelante la gestión. Una cosa va unida a la otra. No es circunstancial.

Y por último, también tiene razón Kohan cuando se pregunta sobre qué bases se plantean hoy las discusiones. No ya solo qué se discute, cuáles son las ideas fuerza que se ponen sobre la mesa para la discusión, sino cuáles son las normas, cuáles son las reglas.

No es posible querer iniciar la discusión de una idea si del otro lado la respuesta inmediata es “sos de la casta, sos un zurdo de mierda, sos un sorete, sos un mandril, sos un pelotudo, sos un imbécil, sos un degenerado, sos un hijo de puta, te vamos a romper el culo, te vamos a dejar el totó así, la tienen adentro, te la vamos a meter en el orto, la pastelera les llenó de crema…" y delicadezas por el estilo.

Hay que hacer lo necesario para recuperar los espacios de reflexión,influir de abajo hacia arriba para adecentar la política, revalorizar el debate de ideas, darle sentido y contenido a la militancia y no creer y aceptar que se puede llegar a un cargo electivo usando una cara bonita, 10 minutos de fama, un discurso violento y chabacano, acomodar la espalda según vaya girando el sol o salir a la calle para preguntarle a la gente que piensa del bon o bon de pistacho.
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