Sebastián Mazza perdió a su esposa ese 16 de diciembre. “Lo que pasó era evitable, no fue por acción del clima, hubo negligencia”, afirmó.
Con un minucioso y desgarrador relato Sebastián Mazza hizo pública su dura historia: el 16 de diciembre su esposa Juliana perdió la vida en Bahiense del Norte y su vida cambió rotundamente. Bajo la lluvia y durante ocho horas recorrió hospitales y comisarías hasta que le confirmaron que una de las 13 víctimas del derrumbe era la madre de sus tres hijos con quien compartía la vida desde hacía 25 años.
“Lo que nos toca vivir desde el 16 de diciembre a los que somos familiares de víctimas fallecidas no tiene nombre. Uno tenía una vida, en mi caso, normal con las preocupaciones lógicas de cualquier persona y de repente vivimos una realidad espantosa, horrorosa; vivís angustiado, quebrado y recurrís a pensamientos que no son los adecuados”, expresó el abogado de 48 años en diálogo con Radio Altos.
Afirmó inmediatamente que todo lo que ocurrió no debió ocurrir, que no fue una tragedia ocasionada por una cuestión climática porque las 13 personas que murieron no estaban en la vía pública sino que se encontraban dentro de un club “que debía ser seguro y no lo fue”.
Ese día dejó a su esposa en Bahiense del Norte donde se iba a presentar su hija en la exhibición de fin de año de patín y se dirigió junto a su hijo del medio a buscar al mayor que estaba viendo un partido de básquetbol en club Olimpo, lugar al que nunca llegó. Y ahí comenzó el relato más minucioso y, por sobre todas las cosas, conmovedor…
“En medio del camino, sorteando ramas, troncos y cables, le digo a mi hijo que sostenga mi celular y de pronto veo que la expresión de mi nene cambia rotundamente y pega un grito. Me dice que los mensajes que estaban llegando a mi teléfono mencionaban que se había caído el techo de la cancha de Bahiense del Norte y que había personas muertas”.
No sé cómo hice,pero fui tomando por calles, sorteando ramas, cables, postes y pedazos de árboles para lograr estvacionar en la esquina de Vieytes y Juan Molina. De allí nos fuimos corriendo hasta el club.El escenario era de una película de terror: caos, viento, lluvia, luz cortada, cables cortados. Muy desesperados entramos gritando los nombres de mi mujer y de mi hija y una persona me hizo saber que las nenas estaban en un palier cercano. Nos reunimos con ella, mi hijo se quedó ahí y yo entré a buscar a su mamá”.
“Observé ladrillos caídos, estaba todo oscuro. Cuando entré lo que vi fue terrorífico: había un bombero y otras personas con un reflector, polvo en suspensión, faltaba casi toda la pared desde la mitad para arriba y empecé a ver cuerpos tirados”.
“No podía creer lo que estaba viendo. Miré a mi izquierda y empecé a ver gente sentada, apoyada en una baranda y cargada de escombros la espalda. Fue impresionante, casi surrealista, una imagen que aún hoy me acompaña”, describió.
No le permitieron ingresar a la cancha de básquet a buscar a su esposa y en ese momento dijo que comenzó una peregrinación por hospitales y comisarías, con regresos a su casa para cambiarse la ropa empapada por la lluvia que continuaba en la ciudad.
La búsqueda de Juliana la inició minutos después de las 19:30h y la finalizó a las 3:30h cuando le confirmaron que ella era una de las 13 víctimas fatales del derrumbe.
A la 1h había regresado a Bahiense del Norte y una joven policía le dijo que había un cuerpo sin identificar y otro efectivo le pidió que se vaya a su casa con sus hijos a llorar a su mujer, dándole a entender que había muerto, pero sin dejar que reconozca el cuerpo.
“Estaba desesperado, no sabía qué hacer y me fui a la comisaría Segunda. No quería manejar, todo era muy confuso, era zona de guerra con la luz cortada. Salí con una linterna y afuera de la comisaría esta misma mujer policía que me había respondido en el club, me dijo el nombre de Juliana y me entregó el anillo de mi esposa. Se me cayó el mundo, sentí morirme, sentí que se me apagó la vida”, admitió.
Luego a las 4 de la madrugada recibió un llamado desde la morgue del Hospital Penna para que se presente a reconocer el cuerpo.
“Es muy doloroso esto, es un día a día en el que te cuesta levantarte; jamás en mi vida había recibido asistencia psicológica, pero esto me devastó y me obligó a estar con tratamiento”.
A renglón seguido, Mazza dijo que comenzaron a conocerse en el último tiempo las historias de las víctimas del derrumbe porque con el paso de los meses “la gente empieza a ver la realidad de un modo más objetivo” sumado, “a que si sale uno a hablar, alienta a que otro cuente lo que le pasó”.
Para Sebastián lo que sucedió en Bahiense del Norte la tarde del 16 de diciembre de 2023, era evitable: “No fue por acción del clima, fue por absoluta negligencia”.
“Esto que ocurrió es consecuencia de la causalidad y del no hacer o de hacer de forma deficiente y no pensar en el otro. Esta es una ciudad con algún sesgo de a ratos muy egoísta; hasta pensé en irme porque no podía tolerar la idea de que mi esposa dejó la comodidad de su pueblo (era oriunda de Chacabuco), vino a formar una familia acá y esta ciudad la mató”, advirtió.
Desde el club solo se comunicaron con él 26 de diciembre: lo hizo un dirigente para “consultarme cómo se encontraban mis tres hijos” y afirmó además que desde el ámbito estatal, también recibió solo un llamado del equipo de salud mental (no recuerda si del Penna o del Hospital Municipal) para consultarle si necesitaba asistencia.
“Estoy con mucho dolor; pasé de un conjunto de emociones, de estar quebradizo en el ánimo, a tener bronca porque esto es injusto. Las víctimas estaban en un lugar que se suponía seguro. Se podría haber evitado posponiendo la presentación de patín”, planteó.
Respecto de la causa judicial, informó que se tomaron “medidas muy rápidas en el momento del hecho”, se realizaron pericias, pero luego el curso de la investigación “entró como en una especie de meseta”. “Sé que la fiscalía tiene poca gente, pero éste no es un tema más. Hubo 13 muertos y 15 heridos, muchos de gravedad. Un menor de edad sufrió un aplastamiento de cráneo”, expuso sobre la magnitud y gravedad de lo ocurrido.
Indicó que en todo este proceso, mientras comenzó a interiorizarse en la causa judicial se encontró con una palabra: “Estrago; la empecé a estudiar y significa ruina, matanza o masacre. Yo siento que los mataron”.
Aclaró que seguirá siendo muy respetuoso y que confía “por ahora” en la justicia de Bahía Blanca: “Espero que no sea una excepción a la regla y que se haga justicia”.