La población más postergada es la que tiene el gasto más alto, según un informe del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur UNS-CONICET.
Un informe sobre pobreza energética señala que los sectores más postergados de Bahía Blanca tienen el gasto más alto en energía, ya que destinan hasta un 19% de sus ingresos por encima del promedio de 13%.
Así se desprende del estudio elaborado por María Ibáñez, Milena Poggiese y Silvia London del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur UNS-CONICET.
En detalle, se explica que más de 70.000 bahienses viven condiciones de pobreza energética leve, de los cuales 621 hogares de la ciudad se encuentran en pobreza energética severa. A estos hogares se suman 3.625 hogares que padecen el estado de privación más agudo: la indigencia energética. “Esto implica que más de 12.000 vecinas y vecinos de Bahía Blanca se exponen a la combustión de materiales contaminantes para poder cocinar sus alimentos y calefaccionar sus viviendas”, advierte.
Por otro lado el 40% de los hogares se encuentra en pobreza energética monetaria, es decir que representa un gasto excesivo en el presupuesto del hogar (en relación a los ingresos totales) y que los hogares destinan más del 10% de sus ingresos en pagar la energía que consumen.
“Un hallazgo relevante es que, a excepción de la indigencia energética, las privaciones energéticas tienen una participación elevada en viviendas ubicadas por fuera de barrios de alta vulnerabilidad social (según identificación por parte de la Secretaría de Políticas Sociales de la Municipalidad en 2024). Esto da cuenta de que las privaciones energéticas 28 se distribuyen a lo largo y ancho de la ciudad, con distintas severidades, y no es un problema exclusivo de la población vulnerable ni pobre por ingresos“, destaca el documento.
Respecto al uso de garrafas, en promedio, un hogar vulnerable declara utilizar 3 en total durante los meses fríos, pero muy pocos de ellos lo hacen de forma subvencionada.
Por último, se destaca que en Bahía Blanca el gasto promedio en energía es más elevado que en otras ciudades de la Provincia de Buenos Aires, a pesar de formar parte de los beneficios de la Ley de Zona
Fría.