Alrededor de 70 mil personas son vulnerables o indigentes energéticos o tienen una privación en el acceso a equipamiento.
La Doctora, Magíster y Licenciada en Economía, María María Ibáñez, fue una de las expositoras el pasado lunes en la jornada organizada por la UCR en el Centro Cultural de la UNS en la que se presentaron resultados de los trabajos realizados por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur. Su investigación se abocó a la pobreza energética.
“Los individuos demandamos energía para satisfacer necesidades básicas. Hablamos de pobreza energética cuando los hogares o las personas tienen alguna incapacidad de satisfacer esos servicios energéticos. No solo desde el punto de vista del acceso, sino también de las privaciones desde el punto de vista del equipamiento”, manifestó la profesional esta mañana en diálogo con Radio Altos.
En cuanto a la cuestión del equipamiento mencionó que aquellos hogares en los que se utilizan artefactos a resistencia para calefacción tienen alto consumo energético y destinan gran parte de los ingresos a pagar las facturas de los servicios. Por eso, enfatizó que no solo la carencia en el acceso al equipamiento sino cómo se accede para satisfacer necesidades de cocción, calefacción, refrigeración de alimentos, obtención de agua potable, son analizadas cuando se hace referencia a la pobreza energética.
“Cuanto más eficiente es el equipamiento menos consumo energético se tiene. Ahí juega un rol central la eficiencia energética que es la que determina en algún sentido los gastos que tienen los hogares”, remarcó.
Sobre la indigencia energética precisó que en el 10% de los hogares bahienses se calefaccionan y cocinan los alimentos con combustibles no limpios: leña, kerosene, carbón y quema de residuos dentro del hogar. Advirtió que alcanza esta grave situación a alrededor de 2.800 familias, es decir, unas 17.800 personas.
En cuanto a la vulnerabilidad energética, dijo que afecta al 14% de los hogares, unas 50.000 personas. Se trata de sectores que acceden de manera irregular a los servicios, por ejemplo, con conexiones clandestinas de energía eléctrica.
Y respecto al equipamiento, subrayó que el 10% de los hogares carece de artefactos necesarios para satisfacer todos los servicios energéticos. “Son hogares donde no hay horno o anafe, ni aire acondicionado pero donde sí se calefaccionan y refrigeran con electricidad. Usan artefactos con resistencia, con alto consumo energético, y eso provoca la sobrecarga del servicio y hasta los cortes del mismo”, explicó.
Alertó que no solo son instalaciones peligrosas sino que ante problemas en la prestación, las personas se encuentran por esa irregularidad en la conexión en una situación de vulnerabilidad para poder reclamar ante las empresas proveedoras de los servicios.
Es decir, que alrededor de 70.000 personas son vulnerables energéticos o son indigentes energéticos o tienen una privación en el acceso a equipamiento.
Por último, mencionó que uno de los objetivos del relevamiento fue que la información recabada “llegue a decisores políticos actuales y futuros”. “Nosotros podemos recomendar o brindar información pero no estamos sentados en los espacios de decisión”, aclaró.
Y agregó que se trata de problemáticas multidimensionales que requieren de soluciones sincronizadas y que surjan de analizar múltiples aristas.
“Hay que empezar a articular las partes y compartir la información. Muchas veces uno pregunta o pide información y se da cuenta de que en el propio Municipio hay información desparramada que no se conoce entre los sectores. Ahí falta un ajuste para hacer una buena política que encare de verdad a estas problemáticas”, concluyó.