El ingeniero en software Manuel Aristarán remarcó que detrás de los avances tecnológicos hay personas con intereses propios y negocios millonarios.
La inteligencia artificial está en el centro del debate y la incertidumbre respecto hasta dónde llegará está comenzando a generar preocupación en distintos ámbitos.
“La democracia es básicamente conversación. Personas que hablan entre sí. Si la inteligencia artificial se apodera de la conversación, se acabó la democracia”, advirtió el historiador israelí Yuval Noah Harari.
Fue una de las personas que firmó junto a miles de expertos la carta en la que se pidió una moratoria de la investigación en programas como Chat GPT.
Hoy el ingeniero bahiense en software Manuel Aristarán brindará una charla titulada “ChatGPT: entendiendo la revolución de las IAs” organizada por UNISAL. “Si bien no soy especialista en inteligencia artificial, es un tema que me interesa”, recalcó Aristarán en diálogo con Radio Altos.
Al ser consultado sobre ChatGPT señaló que se trata de sistemas que se vienen investigando desde hace muchos años y que fue la empresa OpenIA “la que los empaquetó y los convirtió en una interfaz de chat”. “Nos permite interactuar con este modelo estadístico cuyo objetivo es generar texto. En principio nadie se anima a decir que este artefacto es inteligente”, manifestó.
Afirmó que es complejo analizar a la inteligencia artificial y recalcó que más allá de evaluar su funcionamiento técnico (sostuvo que se trata de un desarrollo muy importante de la historia de la computación y de la tecnología), particularmente le intriga cuál será su impacto cultural y social. “Un artefacto de semejante potencia me da intriga el impacto que tendrá en toda la sociedad”, insistió.
Si bien tildó de deslumbrante el tema desde el punto de vista teórico, de los modelos informáticos, matemáticos y estadísticos, enfatizó que se trata de un desarrollo de uno de los departamentos de investigación de Google. “Hay un negocio millonario en el medio”, aseveró.
Al plantear el impacto cultural de la inteligencia artificial, subrayó que muchas veces al tratarse de máquinas “da la sensación de neutralidad”, pero recalcó que detrás de ellas hay seres humanos.
Por eso se preguntó ¿quién construyó todo esto? ¿quién desplegó en todo el mundo esta tecnología tan potente y deslumbrante?. “Me interesa más esto que la parte de los sistemas”, señaló.
Y agregó: “Ahora por este deslumbramiento y porque tanta gente accedió a esta tecnología se habla de un problema de la alineación, de cómo alineamos los valores de una inteligencia artificial con los valores humanos. ¿Qué valores humanos tenemos en cuenta, de quién? Porque no es lo mismo los de un miembro del Partido Comunista Chino que los de un financista de Wall Street”, ejemplificó.