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Locales - 10:46
Locales - 16 de julio 2025, 10:46

Geólogos analizaron la inundación en Bahía Blanca: una combinación crítica de factores naturales y urbanos

Sostienen que no se trata solo de un desastre natural, sino del cambio del paisaje por la ocupación humana de zonas vulnerables.

Geólogos de la Universidad Nacional del Sur y de la Universidad Nacional de La Plata analizaron lo ocurrido en Bahía Blanca durante la inundación del 7 de marzo y lo dejaron plasmado en un documental que se titula “Ciudades Bajo el Agua: Un Fenómeno ¿Natural o Antrópico?”.

“No son solo desastres naturales, sino el cambio del paisaje por la ocupación humana de zonas vulnerables”, resumen los especialistas.

La pieza audiovisual de 15 minutos aborda la historia geológica de Bahía Blanca y de localidades cercanas, los paisajes que guían el agua y cómo la urbanización mal planificada aumentó el riesgo hídrico.

“Bahía Blanca, Ingeniero White y General Daniel Cerri: tres paisajes, una misma advertencia. Porque cada vez que ignoramos al suelo, el agua vuelve a recordárnoslo”, plantean.

Para evitar que se repitan las consecuencias de una gran precipitación, afirman que “la respuesta está en el suelo”.

“Hay que adaptar la ciudad a su base geológica, respetar los cauces, recuperar los humedales, planificar el territorio con mapas en mano y con la memoria de lo ocurrido”, detallaron.

Describen que la ciudad se asienta sobre un terreno que combina superficies planas o de suave pendiente con sectores de pendiente abrupta, que tiene múltiples obstáculos para el escurrimiento por edificaciones y un suelo cada vez más sellado con asfalto y hormigón. 

El análisis del geógrafo Fabián Marini basado en imágenes satelitales reveló que las zonas más afectadas durante la inundación coinciden con depresiones naturales, antiguos bajos y sectores mal drenados por urbanizaciones en las últimas décadas.

El documental fue realizado por integrantes del grupo de Geomorfología, del Departamento de Geología de la UNS, Fernando Lebinson, Silvana Díaz y María Antonela Toniolo, y el especialista de la Universidad Nacional de La Plata, Francisco Lugo, que llevó a adelante la compaginación de las imágenes.

“El 7 de marzo de 2025, una intensa tormenta produjo una acumulación de lluvia superior a los 300 milímetros en seis horas, un récord histórico en la ciudad. Con imágenes de los satélites Sentinel-1 y Sentinel-2 se estudió la anegación con precisión científica y pudo mapear las áreas inundadas. Al combinar sensores ópticos y radar, se generaron modelos más confiables de las zonas bajo agua, precisaron sobre el trabajo realizado.

Hacen hincapié que “el paisaje no es solo un decorado: es el escenario y muchas veces, el origen del desastre. El paisaje se modifica por causas naturales y por la acción del hombre”.

“Cada obra modifica el suelo, altera el escurrimiento y la infiltración, y deja una huella. A lo largo del siglo XX el avance urbano fue sellando antiguos bañados, entubando arroyos, elevando terraplenes y construyendo sin respetar la lógica del escurrimiento superficial”, aseveran.

Y agregan que el agua, que antes fluía libremente por bajos y cauces que ya no tienen ríos, comenzó a encontrar obstáculos como calles, vías, muros y barrios enteros. “Cuando llueve como nunca, el agua hace lo que siempre hizo: busca su camino”, enfatizan.

Además, los científicos sostienen que “el avance de la urbanización sobre zonas bajas y de escurrimiento natural, sumado al uso de materiales impermeables como asfalto y hormigón, ha cambiado radicalmente el comportamiento del agua en este lugar, que fue un humedal, con planicies de marea, antiguos cangrejales, paleocauces (por lo que corrían ríos) y suelos arcillosos y salinos”.

“Cuando hay lluvia intensa, el escurrimiento superficial acelerado colapsa el sistema de drenaje. El agua desborda los conductos, inunda calles, se acumula en los puntos bajos. Todo lo que alguna vez fue cauce, vuelve a serlo”, grafican.

Por último, subrayaron que es tan importante estudiar el terreno como lo que está debajo: las aguas subterráneas.

“El agua infiltrada en la ciudad circula por acuíferos poco profundos y en época de lluvias intensas, la napa freática puede aflorar, saturando el suelo desde abajo. Cuando la napa sube y la lluvia cae, el resultado es un terreno que ya no puede absorber más y el agua busca salir por donde puede”, explican.

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