Desde la sociedad de fomento Ana Tomassone contó cómo fue la reconstrucción del barrio con familias que tuvieron que "empezar de cero".
A un año del trágico temporal que azotó a Bahía Blanca el miedo está latente entre las y los vecinos del barrio Tierras Argentinas. Se trata de uno de los sectores más castigados por el evento climático esa jornada del 16 de diciembre de 2023.
“Hace un año estaba en mi casa haciendo unos arreglos. Nos parecía que era una tormenta más, no tomamos dimensión de lo que estaba pasando. Se nos voló completamente el techo y cayeron algunas paredes. Estaba con mi marido y mis hijos y lo que hicimos fue refugiarnos en la cocina. Nos abrazamos los cuatro y esperamos a que pasara porque mucho no podíamos hacer. Fueron unos 20 o 25 minutos de terror, de locura, y cuando pasó, empezamos a escuchar los gritos de los vecinos, no se veía nada. Fue bastante traumática la situación”.
Así recordó desde la sociedad de fomento de Tierras Argentinas, Ana Tomassone, lo que vivió ella, su familia y vecinos esa trágica tarde.
Luego de dejar a resguardo a sus hijos en la casa de su mamá, pasó la noche con su marido en su dañada vivienda. La lluvia empeoró la situación y provocó que se inundara el barrio. Señaló que muchos vecinos y vecinas no quisieron evacuar por temor a que les roben lo poco que les quedaba.
“Hubo gente que estaba en situaciones muy complejas y no se iba a los centros de evacuación; se quedaban y pasaron muchos días durmiendo sin el techo, todos mojados”, señaló.
Con el correr de las horas y los días fueron tomando dimensión de lo que el temporal había ocasionado en la ciudad. En el barrio aledaño, Nueva Argentina, afirmó que las consecuencias fueron aún más graves porque el fuerte viento directamente derrumbó viviendas enteras.
“Ahí fue un desastre. Cuando vi eso me di cuenta que nosotros la sacamos bastante barata porque en Nueva Argentina había gente a la que se le habían caído paredes encima, muchos estaban golpeados y lastimados”, agregó.
Sobre cómo se organizó la ayuda, detalló que primero debieron solucionar la falta de agua (problema histórico del barrio), luego el tema alimentos.
“Encima teníamos otra realidad que es que mucha gente trabaja de changas y eso se cortó automáticamente. Fueron quince días que nadie tenía trabajo. Entonces la asistencia tenía que ser de lo básico: alimentos y agua. Y después tuvimos que ayudar a la gente que no sabía cómo volver a sus casas, cómo retomar la construcción. Había que empezar de cero. Las paredes no estaban, el techo se había volado. Habían perdido todo”, aseveró.
Primero recibieron los kits que entregó el Municipio con chapas y tirantes y meses después empezó a funcionar en el barrio el Fondo Rotativo de Materiales y se otorgaron microcréditos para que las familias puedan reconstruir sus inmuebles.
Además, comenzaron a brindarse talleres de capacitación en albañilería y electricidad que permitió a las y los vecinos reconstruir sus casas. “Eso nos dio un empuje. A eso vamos a apuntar este 2025 porque creemos que el camino es ese: microcréditos y capacitaciones”, recalcó.
A un año del temporal, Tomassone contó que quedó muchísimo miedo en el barrio, que ante una alerta comparten la información en grupos de Whatsapp.
“El viento acá se vive de otra manera porque hay muchas casitas precarias. Mucha gente necesitó atención psicológica. Miedo queda siempre. Y esta última semana, cuando se acercaba la fecha del primer aniversario, hubo más miedo”, expuso.