Santiago Marino, Doctor en Ciencias Sociales, Magíster en Comunicación y Cultura y Licenciado en Ciencias de la Comunicación, afirmó esta mañana en Radio Altos que el ataque con un arma de fuego contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner demuestra que el pacto democrático está quebrado y que es necesario reordenarlo planteando con quién se va a discutir y con quién no.
“Son momentos muy difíciles, del 83 a esta parte no habíamos llegado a vivir algo similar”, aseveró.
Analizó el rol del sistema de medios argentino y señaló que hace un tiempo ha entrado en una especie de vorágine en la que se rompieron los límites, en términos de un acuerdo democratico básico que implica no retroalimentar los discursos de odio.
“Las personas tienen a confirmar lo que piensan a partir de lo que reciben de los medios de comunicación. Me parece que los medios tienen una responsabilidad muy significativa y tienen rasgos característicos que los distinguen del resto de los actores sociales. Construyen representaciones de lo que pasa, desde encuadres, enfoques y perspectivas, pero al hacerlo dan y quitan visibilidad a los procesos porque no pueden contar todo”, explicó.
En ese sentido, manifestó que como una especie de “efecto dominó”, al representar y decidir cómo representar los hechos, legitiman o deslegitiman procesos, y en ese sentido, a veces lo hacen, no propagando por sí mismo discursos de odio, pero sí legitimando con la presencia de algunos actores sociales que tienen discursos de odio. “Y eso va corriendo la vara todo el tiempo”, advirtió.
Marino planteó que “antes había cosas que no se podían decir porque contribuían a generar condiciones de odio y de inestabilidad social” y hoy Argentina es un país donde se corre el límite de lo decible, donde se niega al otro, donde se establece todo en blanco y negro, en bueno y malo, y donde se establece lo que está bien y mal a partir de lo que gusta y no gusta.
“Efectivamente hay una especie de retroalimentación entre una sociedad que ha admitido y potenciado la polarización a un modo insoportable que se materializa con manifestaciones públicas con bolsas mortuorias en Plaza de Mayo o cuando se habla desde el inútil hasta la yegua. No es solo una forma de decir, el decir es la forma en cómo nos vinculamos con el mundo y decir que esta persona debe morir, o decir que el país estaría mejor sin esta persona o aquella, habilita a estas posibilidades (el intento de asesinato de la vicepresidenta). El decir es un hacer también”, enfatizó.
Y aclaró que con el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner no se rompió algo, sino que ese algo ya estaba roto y anoche se volvió visible.
“La práctica cultural de haber corrido lo decible es muy grave en todos los aspectos, llegó a la instancia política en el contexto de que alguien atentó contra la vida de las dos veces presidenta y actual vicepresidenta de la Nación. Y por suerte esto no terminó con su vida pero podría haberlo hecho. Pero ya terminó con muchas otras cosas porque lo de ayer muestra que el pacto democrático está quebrado y que hay que volver a reordenarlo planteando con quién se va a discutir y con quien no”, remarcó.
“El que no respeta el marco democrático y que está fuera de ese contexto, no puede estar más adentro. Eso tiene que ver con algunas firmas emblemáticas de los medios y con cualquier persona de nuestra vida cotidiana”, completó.
Al ser consultado respecto a si será posible reordenar el pacto democrático, admitió que el atentado contra la vicepresidenta es un acontecimiento lo suficientemente grave como para que prime el pesimismo, pero subrayó que si no se avanza en un acuerdo “esto va a empeorar.
“No tiene que ver con construir una ideología en términos ideológicos para que haya un sector que mejore la política, es volver al consenso del 83 donde algunas cosas no se podían hacer y algunas cosas no se podían decir. Hubo algunos momentos en los últimos años donde parecía que se concretaba esta idea de que el pacto democrático estaba roto, por ejemplo, cuando la Corte Suprema planteó la posibilidad de otorgar el 2×1 a quienes atravesaban juicios por delitos de lesa humanidad. Ahí la sociedad le dijo a la Corte contundentemente no. Ese fue el establecimiento de un mojón”, recordó.
Y finalizó: “La situación actual debe ser establecimiento de otro mojón: no a la violencia política en Argentina y no a la eliminación del otro ni en el discurso ni materialmente. Necesitamos que el mundo y nuestro país sean mejores”.