Cada 9 de octubre se celebra el Día Internacional del Queso Azul, una fecha para rendirle homenaje a esta llamativa variedad que despierta pasión en los amantes de su distintivo sabor. Es, además, un queso con historia, que fue creado por accidente y se convirtió en un clásico irremplazable.
Cuenta la leyenda que allá por el siglo VIII, en una cueva de Francia, un pastor olvidó queso fresco al lado de un pan de centeno y, cuando volvió, advirtió que tenía un color particular. Lo que había sucedido fue que los hongos del pan de centeno enmohecido habían sido transferidos al lácteo y así nació el Queso Azul.
Esta variedad de textura cremosa, se convirtió en un clásico de la gastronomía que es utilizado en preparaciones como salsas y rellenos, o bien como el ingrediente estrella en ensaladas o picadas, donde aporta su sabor levemente picante que llena de placer los paladares de los comensales.
El Queso Azul es elaborado internacionalmente y en cada país tiene identidad y características propias, que son determinadas por el tipo de leche, la zona de producción, el tipo de hongo y la curación, entre otras características.
En Argentina, la quesería Santa Rosa que tiene más de 100 años de historia dedicados con exclusividad a la elaboración de quesos, cuenta con una planta especial para la elaboración de Queso Azul, en la localidad de Las Parejas, provincia de Santa Fe. Allí se produce esta variedad respetando la tradicional receta francesa. Según cuentan, en su interior se desarrolla el hongo Penicilium Roqueforti, que es el responsable del veteado azul-verdoso.
“El Queso Azul es uno de nuestros productos más exitosos: representa el 18% de las ventas de la marca en volumen y tiene el segundo puesto en el mercado. Además, en 2018 recibió el Premio a la calidad por parte de Savencia Fromage & Dairy” contó Carolina Rosso, Jefa de la planta modelo de Queso Azul “Las Parejas”.
Las combinaciones más deliciosas para disfrutar de la intensidad del Queso Azul
El Queso Azul es versátil, lo que permite disfrutarlo en combinaciones múltiples. Algunas opciones son ensaladas, pizzas, salsas, tortillas y hasta empanadas. Aunque también puede disfrutarse solo o acompañado con pasas de uva, dátiles, damascos deshidratados o higos negros. Para los más arriesgados, una buena opción es probarlo junto al dulce de cayote, cuyo sabor dulce lo equilibra, y hasta con chocolate amargo.
Se conserva en frío, preferentemente entre los 2° y los 8°C. Lo ideal es envolverlo con papel aluminio con pequeñas perforaciones, ya que este tipo de papel permite que el moho siga teniendo oxígeno disponible y continúe desarrollándose.
La experiencia de maridaje con vino tinto, especialmente con Cabernet Sauvignon, Merlot o Malbec, permite disfrutar de los deliciosos sabores intensos y es una de las mejores maneras de rendirle homenaje en su día. Aunque también combina a la perfección con cerveza, ya que su amargor combinado con el sabor picante del Queso Azul, produce una mezcla explosiva para el paladar.
Fuente: TN