Se trata de una vieja canción que formaba parte de uno de esos inocentes juegos de nuestra infancia que quizás perduren en el tiempo.
No lo se. Hace rato que, teóricamente, “perdí la inocencia”, como dice una estrofa de la hermosa canción de Alberto Cortez “Mi Arbol y Yo”…
El juego, que me hizo acordar a la frase “mirarse el ombligo” que repetidamente utilizamos acá para hacer referencia al momento qué vivimos, nos surgió en las últimas horas cuando volvimos a transitar parte de lo que era el Camino de Circunvalación “Sesquicentenario” y que ahora, al menos en los papeles, se llama (mejor dicho se llamará cuando, vaya a saber uno, se termine) “Paso Urbano”.
Y está bien que usted que nos está escuchando o leyendo, se pregunte entonces qué tiene que ver esto con Antón Pirulero…
“Cada cuál, cada cuál atiende su juego…”, dice, y “el que, el que no, una prenda tendrá”.
Cuando se recorre ese camino, como tantos otros, es fácil preguntarse dónde está el compromiso de lo colectivo como expresión del interés general y del bien común.
Hace varios años, si la memoria no falla allá por el año 2017, hubo una serie de reuniones que se formalizaron con la realización de una fiesta, donde estaban todas las entidades del poder institucional y real de la ciudad con sus respectivas autoridades (incluso las del futuro en aquel tiempo ahora transformado en presente) que asumían el compromiso de llevar adelante “un plan estratégico que posibilite recuperar el terreno perdido por Bahía Blanca en el plano económico y productivo”, se puede leer en las crónicas de entonces.
Y en otro párrafo interesante y de gran actualidad, también se decía: “Es un acuerdo histórico y va a sinergiar todos los proyectos. Tenemos que trabajar juntos por Bahía, el momento lo demanda” (febrero 2017).
Estaban todos. No faltó nadie. Todos alborozados. Golpeando e inflando el pecho por “mi Bahía”. La mayoría de las autoridades de cada una de esas entidades, formales y reales del verdadero poder concentrado de Bahía, siguen estando en funciones, y algunos de los que estaban con el sello y la lapicera en ese momento, como Gay, volverán a estarlo en un par de meses.
Nosotros, irrespetuosamente, en aquellos tiempos al difundir la noticia sobre esas reuniones y acuerdos, decíamos que estábamos ante la presencia de una especie de “Pacto de la Moncloa” del subdesarrollo.
El archivo nos recuerda que se repetía la intención de operar sobre determinados ejes como por ejemplo el “trabajo conjunto con los distritos de la zona, los sectores del trabajo, las universidades y el resto de las instituciones locales, para intentar revertir las consecuencias negativas que tiene la distancia que separa al sur bonaerense de las esferas del poder a nivel provincial y nacional”.
Unos tres años después , en plena pandemia, también en otro convenio/compromiso obviamente calificado de histórico e inédito, una de las entidades promotoras del acuerdo del 2017 (la UIBB, obviamente con Elías a la cabeza) llegaba a la firma de un documento, en este caso con la CGT, para “un acuerdo estratégico (linda palabra otra vez) para el desarrollo de la región y la ciudad con la intención de ilustrar, debatir y profundizar junto a la política”.
Como no podía ser de otra manera ( y no está mal que así sea, pero…) se destacaba la necesidad del trabajo conjunto entre lo público y lo privado con el fin de lograr consensos en la toma de decisiones, aunar esfuerzos, definir objetivos y un destino”.
Ahhh y se repetía en este caso lo de lograr una sinergia (otra linda palabra) para potenciar los intereses comunes y así lograr el desarrollo productivo de la región que genere empleo genuino y mejores condiciones de vida para toda la población”. ¿Quién podría estar en desacuerdo, no?
Cuatro años más tarde, junio del 2024, es decir el año pasado, diríamos que casi los mismos actores (ahora el que convocó fue el gobierno municipal de Susbielles) volvieron a mostrarse unidos y comprometidos por “mi Bahía” cuando, tres años después del anuncio formal sobre la gran inversión que iba a transformar a la ciudad en la envidia de la República, el gobierno de Milei, decidió darle el primer cachetazo a nuestro sentido aspiracional de la vida.
Estamos terminando 2025, un año imborrable. Esperemos que irrepetible.
Pese al esfuerzo cotidiano, la ciudad está golpeada. Fueron dos catástrofes climáticas, especialmente la de marzo de este año, que nos tumbaron.
No se resiste más. No se puede seguir con la cantinela de que nosotros, porque somos bahienses, porque estamos en el sur, porque soportamos el viento, todo lo podemos. La resiliencia también, como la paciencia, tiene límites. Se agota.
Vamos a preguntar otra vez lo que hemos preguntando tantas veces desde nuestros espacios. Los dueños de la manija del poder ¿solo son capaces de agruparse y de mostrar fuerza común cuando los convoca el interés particular por la posibilidad de algún negocio o algún vínculo con el poder estatal a la espera de que caiga una migaja para seguir haciendo negocios?.
¿Solo así vale la pena golpearse e inflar el pecho por “mi Bahía? ¿Quiénes tienen a su cargo la responsabilidad de conducir los destinos político/institucionales de la ciudad solo se muestran permeables a bailar al son de esos intereses?.
¿Cómo es posible que con la misma prontitud y fiereza no se haya convocado a los mismos de siempre, o que los mismos de siempre no se hayan autoconvocado como lo hicieron hace algunos años, pero ahora para defender el interés general de una población que, como la bahiense, todavía anda a la espera de soluciones?
No alcanza con buenas intenciones y sonrisas dibujadas frente a una tragedia de estas características. No alcanza con un tuiter. No alcanza con un video en las redes por más creativo y características de cine que tenga.
Insistimos: ¿por qué eso de todos juntos no se hace efectivo para decirle al gobierno nacional acá está Bahía, acá está su gente, venimos en representación de una ciudad que está patas para arriba pese al esfuerzo que podamos estar haciendo, que de esto salimos con plata y plata no tenemos, o no alcanza para todo?.
De nuestra ciudad sale buena parte del PBI de la Argentina. ¿Cuál es el compromiso de nuestros dirigentes, de los que andan por las calles como nosotros, de los que van a tomar café a los mismos lugares que nosotros, que van a las mismas canchas… o se creen que alcanza con reuniones en quinchos famosos de barrios acomodados para ir definiendo nuestro futuro colectivo?
¿Cómo es posible que pocos protesten, y muchos menos griten, frente a las condiciones por ejemplo del PUA (Paso Urbano Abandonado)? ¿Cómo es posible que se acepte que no se haga obra pública y que ni siquiera se termine lo empezado como es este caso?.
La gestión pública se hace con compromiso social para favorecer lo colectivo o no es gestión pública, y la gestión privada no puede estar solamente atada a los intereses particulares por más poderosos que estos sean. Cuando se confunden, estamos en problemas…
El viento primero y la inundación después nos dicen que no se puede seguir jugando a Antón Pirulero, la ciudad no resiste que “cada cual atienda su juego…” porque de ser así efectivamente “el que no, el que no, una prenda tendrá…”