Hemos reiterado hasta el cansancio en estos últimos 15 días, en línea incluso con lo que venimos diciendo en verdad desde hace tiempo, que la ciudad y los ciudadanos que la habitamos, estamos necesitando otras respuestas de parte de la institucionalidad.
No estamos diciendo que tengamos la verdad revelada (hemos dicho, también hasta el cansancio, que a esta altura de la vida ya ponemos casi todo en duda, incluso lo nuestro), pero queremos decir enfáticamente que preocupa, asusta e indigna, aunque suene muy fuerte esto último, esta sensación de que en muchos casos, “Todo pasa”, como decía Grondona.
Resulta absolutamente necesario, al menos para quien esto escribe y dice, sentir que como ciudadano nos arropan de alguna manera con el compromiso ejercido por todos aquellos que han asumido determinado grado de responsabilidad en el ejercicio de una función vinculada a la construcción de una sociedad más igualitaria, desde la política, desde la Justicia y desde cualquiera de las otras cuerdas del poder.
Y uno habla por uno mismo claro está, pero tenemos la impresión que aquello no sucede. Bahía Blanca, dijeron muchos luego de una foto el año pasado, no puede transitar un camino similar al de Rosario. “Tenemos que evitar que nos pase lo que le pasa a Rosario”, se repitió como mantra.
La comunidad de nuestra ciudad, pueblo grande/ ciudad chica o mediana, en la que casi todos tenemos alguna referencia de muchos de nosotros, se ha visto sacudida una vez más por situaciones de violencia que en verdad deben preocupar más allá de las obviedades que de hecho se escriben en alguna de las redes sociales por parte de quienes son, o pretenden ser, nuestros dirigentes y nuestros referentes sociales.
Debemos decirlo con todas las letras, aún a riesgo de estar notoriamente confundidos y equivocados, pero desde el fondo de las tripas desde hace tiempo uno siente que cada cual atiende su juego. Que la mayoría juega al distraído frente a temas conflictivos. Que nadie, o pocos, ponen la cara. Que solo parece moverlos en el marco de la institucionalidad, sus propios intereses, muchas veces ligados en verdad a intereses del sector privado…
Los episodios registrados en las dos últimas semanas han sido sustancialmente graves como para merecer la mirada y el compromiso de los actores vinculados a los micropoderes que conforman una sociedad. Y lo vamos a poner en nombres propios de funciones, a riesgo de ser considerados irrespetuosos, exagerados o viejos agretas y desubicados… Pero debe ser expuesto desde el fondo del cuestionamiento para tratar de sacudir esta modorra de cierta cogobernabilidad (y vuelvo a pedir disculpas, pero mientras no haya voces altamente disonantes que planten otra realidad, seguiremos autoconvencidos del término).
¿Cómo es posible que nadie de la administración municipal haya dicho una sola palabra de lo ocurrido hace 10 días con el crimen de un pibe de 16 años a mano de otro de 15? ¿No hay acaso algo para reflexionar, aunque sea solo eso, sobre los motivos por los cuales se puede llegar a una situación de esa gravedad? ¿No debería ser atendido el informe de la UNS sobre la marginalidad, la pobreza extrema, la falta de oportunidades escondida detrás de la famosa frase altamente ideologizada de que solo sirve la meritocracia y su consecuencia directa que es la violencia vinculada a derechos humanos básicos conculcados para miles de bahienses, especialmente jóvenes y adolescentes?
¿Dónde vive el subsecretario de Seguridad? ¿Por dónde transita el secretario de Gobierno? ¿Qué radio escuchan? ¿ Qué canal ven? ¿ Qué diario leen? ¿De qué red social se nutren? ¿ De qué charlan con otros funcionarios?
¿Existe el radicalismo como partido de base popular que supo marcar caminos y políticas con un anclaje en el interés general en nuestra ciudad? ¿Sus concejales en el marco de la alianza Juntos prefieren perder identidad histórica y partidaria para no molestar o incomodar a los dueños del espacio y mantener por las dudas el conchabo?
¿Existe el PJ como partido popular preocupado según su historia por los más desamparados? ¿El Frente de Todos, en el marco global del PJ, tampoco tiene nada para decir sobre esto? ¿No tiene una visión de lo que pasa en el territorio? ¿O solo vale lo que los equipos de prensa publican, eso sí, con todos los chiches que permiten las nuevas tecnologías en las redes sociales?
¿Los legisladores provinciales, tan afectos justamente a las redes sociales, por ejemplo para publicar fotos de cumpleaños, escapadas a la costa, a las declaraciones rimbombantes, al interés para que uno publique sus proyectos, a las fotos colgados de los sacos de candidatos a nivel provincial y nacional, tampoco tuvieron tiempo de decir nada, de mandar un documento tratando de servir a la contención?
De ninguna manera es este un editorial o un comentario para castigar a la política. De ninguna manera. Hemos dicho aquí hasta el cansancio que no se puede ni se debe entender la democracia sin la presencia de partidos políticos fuertes, o alianzas como sucede ahora. Justamente nuestro objetivo va por el contrario. Por definición, desde la conformación del estado, la política es inherente al hombre.
Acá estamos hablando de otra cosa. Con todo respeto, estamos gritando con la intención de sacudir la modorra. Salgan todos, los que forman parte de aquellos micropoderes de los que hablábamos antes, de la zona confort. Los espacios que la política, en términos generales, con sus decisiones y compromisos no llena, porque prefiere jugar a otros intereses, los llena la violencia, la marginalidad, y se termina dibujando una sociedad resquebrajada, no igualitaria…
Y no queremos exagerar, pero ese es el rumbo que está tomando nuestra ciudad. Basta de justificarse con las palabras “ajuste de cuentas”.
Es hora de entender, entre otras cosas, que si se sigue así lo que no se ajusta es el compromiso y la responsabilidad de quienes tienen que ejercer esos valores para transformar de a poco la realidad.