El Papa retomó la tradición de su pontificado de acudir a las cárceles para estar con los presos y reconfortarlos. Especialmente en la vieja prisión de Regina Coeli, situada a cinco minutos del Vaticano, en un edificio a orillas del río Tíber.
Su llegada fue ansiosamente esperada porque el tiempo no era el mejor para recibirlo, con algunas lluvias que hubo por la mañana.
Pero las nubes se desvanecieron y el Papa llegó a las tres de la tarde (las 10 de la mañana en Argentina) en un automóvil, en el corazón del barrio de Trastevere, en Roma.
El pontífice lucía en plena recuperación de su salud, tras las dos graves crisis que sufrió debido a la infección de neumonía que le había tomado los dos pulmones. Estuvo internado 38 días internado en el hospital Gemelli y ahora está por cumplir el primero de los dos meses de “reposo absoluto” que dictaminaron sus médicos.
Alegría en las celdas
El pontífice caminó acompañado por los guardias hasta la “rotonda” donde convergen los cuatro brazos del centro penitenciario. Desde las celdas y los pasillos, los arrestados se agolparon y gritaron “¡Viva el Papa!” saludándolo con cariño.
El Papa de 88 años fue recibido por la directora de la Penitenciaría, Claudia Clment, y mantuvo después un encuentro con 70 presos, según informó el Vaticano.
Los periodistas no fueron admitidos y solo pocos pudieron pedirle unas palabras cuando abandonó la prisión y regresó al vecino Vaticano. Se supo que el pontífice había regalado a varios presos que lo abrazaron ejemplares de los Evangelios.
No hubo ninguna ceremonia religiosa. Un veterano periodista recordó que Francisco visitó más de 120 cárceles en sus doce años de pontificado, en muchos países del mundo que visitó.
Se estima que el Papa ha pasado las tardes de la mayoría de los Jueves Santos de su pontificado a visitar penitenciarías o centros para refugiados y personas vulnerables. En Regina Coeli ya había estado en 2018.
Se espera que el Papa tratará de estar presente y dar la bendición “Urbi et Orbi” de la jornada de Pascua, este domingo. Ninguno puede sustituirlo. Su mensaje sería leído por el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolín.
“Las heridas del mundo”
En la basílica de San Pedro tuvo lugar por la mañana la misa crismal, que inicia el llamado Triduo Pascual de la Semana Santa. En la homilía, que escribió Francisco y leyó el cardenal Domenico Calcagno que lo sustituyó en la celebración religiosa, el pontífice pidió a los sacerdotes que “tomen posición ante las heridas del mundo”.
En la misa de este jueves Santo celebrado en todas las catedrales del mundo se conmemora la institución del sacramento del orden sacerdotal por Jesucristo durante la Última Cena, dedicada también a la renovación por parte de los sacerdotes de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Alrededor de 350 sacerdotes y obispos participaron de la misa. Estaban todos los curas de la diócesis romana.
En su homilía el Papa escribió: “El campo es el mundo. Nuestra casa común, tan herida y la fraternidad humana, tan negada pero imborrable, nos llaman a tomar posición”.
“La cosecha de Dios es para todos: un campo vivo donde crece cien veces más de aquello que fue sembrado”, señaló Francisco. “Que nos anime en la misión la alegría del Reino, que recompensa todo con esfuerzo”.
El Papa Jorge Bergoglio dijo que el mundo “representa para nosotros los sacerdotes un llamado específico a recomenzar bajo el signo de la conversión. Peregrinos de esperanza para salir del clericalismo y convertirnos en anunciadores de la esperanza”.
Durante la ceremonia se bendijeron también los óleos de los catecúmenos, el de los enfermos y del crisma que se utilizada durante el año para los bautismo, confirmaciones y unción de los enfermos. También se bendicen las tres ánforas de plata que serán utilizadas en las celebraciones vaticanas.
Este viernes el tradicional Vía Crucis será presidido por el cardenal Baldassare Reina, vicario de la diócesis de Roma, quien leerá las meditaciones escritas por el Papa.
Fuente: diario Clarín