Los gobiernos regionales y nacionales de los países afectados declararon el estado de catástrofe natural.
Al menos 15 muertos, miles de personas evacuadas, regiones enteras inundadas, cortes del sistema eléctrico y de las conducciones de agua potable y redes de transporte alteras.
Los efectos de la tormenta ‘Boris’, que azotó en los últimos días el centro y el este de Europa, empiezan a evaluarse y los muertos a enterrarse, mientras los gobiernos intentan que la Unión Europea se haga cargo de los costos multimillonarios.
Los datos disponibles al mediodía europeo de este lunes hablan de precipitaciones catastróficas desde el viernes, de lluvias incesantes que provocaron la crecida de los ríos a niveles nada habituales en esta época del año, cuando el deshielo de las montañas acabó en primavera y que superaron la capacidad de reserva de agua en muchas regiones.
Sucede a la vez que la costa oriental china fue impactada por el peor tifón desde 1949, cuando en Birmania también hay inundaciones y sobre todo en el centro de África. Millones de personas en Chad, Níger y Sudán sufren estos días los efectos de lluvias torrenciales.
Miles de personas del centro y este de Europa tuvieron que huir de sus hogares ante las crecidas de las aguas. Muchas tuvieron que ser evacuadas en helicópteros porque ya era tarde para sacarlas de sus casas por tierra y centenares aguantaron durante horas en los tejados de sus casas hasta que llegó el rescate o las aguas empezaron a bajar.
Los gobiernos regionales y nacionales de los países afectados declararon estados de catástrofe natural para poder desbloquear ayudas financieras a los afectados y gastar lo necesario en restablecer el suministro eléctrico, de agua potable y lo esencial de los transportes. Llueve menos desde la noche del domingo y en algunos lugares la situación meteorológica mejora, pero cayó tanta agua que la tierra no traga más y cualquier nuevo aporte de agua en los próximos días aumentará aún los caudales.
Johanna Mikl-Leitner, gobernadora de la región de Baja Austria, dijo a la prensa, según un cable de AFP, que la situación “sigue siendo dramática”. Aunque no suma por ahora más que siete muertos, Austria es posiblemente el país más afectado. La crecida de las aguas rompió 12 diques, hay 13 municipios totalmente aislados del resto del territorio y ha habido que movilizar hasta a 2.000 personas sólo para las labores de rescate de los afectados.
Los expertos europeos explican que las lluvias torrenciales caen después de una primavera y un verano excesivamente secos, en los que ha llovido muy por debajo de lo normal. Varias zonas de la región sufrieron sequías en los últimos meses, algo rarísimo por esas tierras de Europa central, totalmente verdes incluso en verano.
El clima europeo se desregula
Los veranos se alargan, las temperaturas suben. Unos meses son de pura sequía y en otros llueve de forma extraordinaria. Bélgica lleva 12 meses consecutivos registrando lluvias superiores a la media. No pasaba algo así desde 1833. Septiembre lleva el mismo ritmo.
Las informaciones que llegan desde muchas zonas de Rumania, Chequia, Polonia, Eslovaquia y sobre todo Austria hablan de un doble golpe al mundo agrícola. Los últimos meses, los del verano europeo, fueron de sequía. Con las cosechas al límite, estas inundaciones convierten esos mismos campos en barro. El primer ministro rumano, Marcel Ciolacu, mandaba el domingo a mirar hacia adelante: “limpiemos y veamos qué puede salvarse. Es duro gestionar esta furia. No hay que bromear con la naturaleza”.
La catástrofe tiene consecuencias políticas imprevistas y que no a todos llegan precisamente como malas noticias. El primer ministro húngaro Viktor Orban suspendió su visita al Parlamento Europeo, prevista para el miércoles, durante la que debía dar un discurso por la presidencia semestral del Consejo de la Unión Europea, que su gobierno ostenta hasta el 31 de diciembre. Muchos eurodiputados respiraron aliviados.
Fuente: diario Clarín