Es imposible acordarse de todo lo vivido. Los recuerdos se agolpan y van apareciendo en determinadas circunstancias.
Uno no los elige. No los va a buscar en el hueco del cerebro donde se van acumulando. Te dicen “acá estoy” y a veces te sorprenden.
La memoria es un juego selectivo. En ese juego entre lo que uno está viviendo y lo que ha vivido, hay una especie de foto que en estos días me ha aparecido recurrentemente.
Lo veo sentado en el patio a mi abuelo, el zamorano, carnicero de Cerri, en una silla de madera con patas más o menos gruesas, baja, con asiento de paja trenzada. Y hasta creo ver en la foto que está pintada de una cierta tonalidad verde suave.
Lo veo con alpargatas negras gastadas… Bombacha bataraza… Camiseta con tres botones y todos abrochados, bajo la sombra del tamarisco ubicado en el medio del patio, entre la casa, la quinta y el baño que (obviamente) estaba afuera por entonces, un árbol de sombra generosa que cobijaba a toda la familia (más de 40) cada mediodía caluroso de cada 1 de enero que marcó a fuego nuestra niñez y nuestra adolescencia (no se podía faltar de ninguna manera a esa cita que invariablemente terminaba bien entrada la noche).
Cuando decidió “acogerse a los beneficios de la jubilación” (así se decía), solía quedarse largos ratos ahí abajo leyendo un libro, una revista vieja o nueva, el diario, lo que fuera… Y de vez en cuando “rajando” una buena puteada por lo que cobraba…
Nada nuevo en la historia de la Argentina. Es muy difícil llegar a viejo en nuestro país.
Ocurre que ahora, a eso que se repite desde hace décadas, se le agrega una dosis de perversidad de un gobierno, de una dirigencia y hasta de ciertos sectores de la sociedad, que claramente no tienen entre las prioridades de gestión a las dos puntas de la sociedad: la niñez y la vejez.
Y un gobierno y una gestión que solo piensa como si fuera un dogma en que hay que lograr déficit cero y aprieta sobre esas dos puntas, no puede dejar de ser considerado un gobierno perverso.
NOTA: definición de la Real Academia Española de perverso/a : Sumamente malo, que causa daño intencionadamente…
Ayer, la Argentina, ha vivido, adentro y afuera del Congreso de la Nación, otra jornada bochornosa desde lo institucional.
No se fortalece el futuro, ni lo habrá, si se hambrea a los niños.
No se respeta el pasado si se condena a la marginalidad a los viejos y se condiciona el devenir de un desarrollo económico y social armónico, justo y equitativo, si se piensa solo en políticas que impulsen un país para pocos…
Está la casa. El patio. El baño desde hace mucho tiempo está adentro. Queda algo del famoso tamarisco…
El abuelo no está, pero estoy seguro que seguiría puteando (como la mayoría), consecuencia de “haberse acogido a los beneficios de la jubilación…”