El Lic. en Psicología Damián Ponte aseveró que el juego compulsivo dejó de ser una problemática “del mundo adulto”.
Damián Ponte, Lic en Psicología e integrante del programa municipal de Prevención y Abordaje de la Ludopatía Infantojuvenil, habló de la problemática que va en aumento y que está afectando a poblaciones cada vez más jóvenes.
La novedad que se ha presentado en el último tiempo, indicó, es que históricamente la ludopatía se vinculaba con las y los adultos, y actualmente el juego compulsivo dejó de ser una problemática exclusiva de ese “mundo adulto”.
“Esto se venía gestando silenciosamente y hubo algunos eventos y algunas coyunturas que hicieron que termine de explotar y nos encontremos con la situación actual que empieza a ser preocupante”, aseveró esta mañana en diálogo con Radio Altos.
Una de esa coyunturas fue la pandemia de coronavirus que provocó que la virtualidad sea “moneda corriente” y donde chicos y chicas ya no tenían prohibido el uso de pantallas porque, por ejemplo, debían “conectarse” para sus clases manera online.
“Nuestro lazo a lo virtual cambió y hoy la rareza no es que alguien esté conectado, sino que esté desconectado. A eso se le sumó al poco tiempo el tema mundial y el boom publicitario de las casas de apuestas”, advirtió.
En ese sentido, recalcó que la publicidad de las casas de apuestas invade absolutamente todo espacio y lo hace de manera indiscriminada, apuntando el mensaje no solo al “mundo adulto” sino también a las y los adolescentes.
“Los mismos adolescentes nos cuentan que los influencers que ellos consumen, que el contenido que ellos consumen, lo que les devuelven todo el tiempo es un bombardeo de información en relación a las casas de apuestas y a dónde pueden apostar y cómo hacerlo”, subrayó.
En cuanto a las apuestas deportivas, planteó que tiene una particularidad y es que logra “esconder o camuflar la cuestión del azar”, porque parecería que todo es cuestión del saber y de analizar el caso de cada apuesta. “Nos encontramos son relatos muy crudos de chicos que nos dicen que no duermen a la noche porque se quedan estudiando las fechas, los pronósticos, los probables resultados. Empiezan apostando por un partido de la liga de futbol argentino y terminan apostando por un partido de la liga de Hong Kong. La cuestión deja de ser el deporte en sí, sino que pasa a ser la apuesta por apostarle a cualquier cosa”, explicó.
La ludopatía, manifestó, tiene una particularidad y es que a diferencia de otros consumos, está completamente naturalizada. Y además no hay sustancia: “Lo más cercano a una sustancia es el celular, pero como tener celular es lo más natural del mundo, uno puede estar apostando dentro de la misma casa, frente a los mismos padres y no hay signos visibles, a diferencia de otros consumos que dejan un rastro físico, un olor, una huella”.
Ponte expresó que el juego compulsivo es completamente invisible en la previa, en el durante y en el después y los signos en una primera instancia son muy sutiles hasta que comienzan a ser notados por el entorno del adicto cuando la compulsión por el juego es muy alta.
Expuso que históricamente quienes padecían la problemática se iniciaban en el juego compulsivo a partir de los 18 años, sin embargo, en la actualidad esa edad se ubica en muchos casos en los 15 o 16 años, o incluso menos.
En cuanto a los signos de alarma, mencionó movimientos extraños de dinero en billeteras virtuales y cambios abruptos en los estados de ánimo: “Se pasa de la euforia y la manía a un estado que pareciera muy depresivo, todo esto ligado a si ganó o si perdió”.
Sostuvo que el mayor signo es el aislamiento y cuando “el mundo” de la o el menor comienza a quedar recortado porque lo único que le importa es el juego. “Queda encerrado, aislado, jugando”, detalló.
Por último, hizo hincapié en la necesidad de hablar del tema, que no sea tabú para que se genere un espacio en las familias y que el adolescente pueda contar que está teniendo problemas con el juego.
El Municipio dispuso que haya asesoramiento en unidades sanitarias a quienes consultan sobre esta problemática y en Lavalle 229 se encuentra el Centro de Prevención y Asistencia al Jugador Compulsivo.